
La indigencia letal entre carros,
tan eternal me caló entre lunas,
que su andar ruin quemé en cigarros,
y así mecí el azul de su cuna.
Lisonjeé un brillar, sabores,
y quien soy yo en un hoy de miserias,
aturrullé celestial tantos dones,
que a su canción la colmé de histeria.
Hasta cegar al amor con locura,
hasta rozar su filón de piel dura,
y que en la voz de mi ser se apiada.
De la verdad y su rol tan inmenso,
que no sabrías decir lo que pienso,
ante su sol, de color casi negro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario