EL OTRO MARX EN LA BIBLIOTECA NACIONAL


La editorial Milena Caserola te invita a la presentación del libro:


EL OTRO MARX

(Oscar del Barco)

COLECCIÓN (IM)PENSADOS


Viernes 05 de Diciembre de 2008 desde las 18:30 horas en la Sala Juan L. Ortiz de la Biblioteca Nacional (Agüero 2502 - Ciudad de Buenos Aires - República Argentina).


Algunos años atrás nos encontramos con este libro... Lo primero que nos preguntamos fue: ¿cómo se lee esto? Ninguna respuesta, sólo dolores de cabeza... ¿Qué tienen en común Rilke, Nietzsche y Artaud con Marx? Aparentemente poco y nada... ¿Y sin embargo? El Otro Marx, más que a la Razón, parece apelar a los sentidos... "Estos artículos marcan un itinerario. Es como si expusiera mi cambio de piel, una interminable mutación", dice Oscar del Barco. Tal vez para leer El Otro Marx tengamos que sensibilizar la piel en lugar de hacer un gran esfuerzo cognitivo...

El Otro Marx no es un Marx alternativo. No se trata de recordar o volver a Marx, tampoco de olvidarlo. Ni siquiera proponer otra imagen reconstituida de un pensamiento sólido y sin fisuras.

La lectura que hace Oscar del Barco de los escritos de Marx es una lectura vital, un recorrido por problemas que hacen a la vida, al pensamiento, a la poesía y a las emociones. Esa lectura bucea en los impasses impensados de las teorías de Marx, como así también en los postulados o reflexiones menos atendidos por la crítica marxista o académica pero no por ello menos importantes, cruciales, que claman por seguir siendo pensados, investigados e indagados.

Nos acompañará en esta presentación la fusión de música y poesía ARREPENTIMIENTOS: una selección de obras para guitarra (10 Nuevos Estudios Sencillos de Leo Brouwer) y 10 textos que corresponden a una colección de formas breves.


elotromarx@gmail.com

Cuando no tenias tetas





Yo te quería cuando no tenías tetas,
y te vestías con el flequillo en el colegio
pero no te gustaba que te digan rolinga.
Me dijo una amiga tuya
que ahora te conformas
con tu vida de ensayar los sábados con la banda,
con tu vida de oficina y tetas nuevas.
Un día te vas a aburrir de tu nariz,
te van a molestar tus ojos…
Pero yo te quería cuando no tenías tetas
y tu estupidez tenía cuatro años por delante para madurar.
Vas a pasar otro verano con tu novio en Lucila del Mar
porque no te animas a despegar.
Lavar los platos de la familia
y soportar a todos los parientes políticos.
Y yo siempre me estoy yendo lejos para encontrarme.

Estas aferrandote a tus últimas cosas
como si fueran la vida que vas a perder
y estas perdiendo así.
Pagando todos los meses tus tetas nuevas para sentirte mujer.

Nunca conjugamos amor entre los dos.

No se si sabias pero en unos años te vas a morir,
tus hijos te van a llorar,
te van a enterrar
y te vas a pudrir.
Tu hermosa piel de luz
se va a transformar en tierra del cementerio.
Y solo van a quedar tus tetas,
tus tetas nuevas enterradas en la tierra.
Tus dos tetas eternas
enterradas como lagrimas de silicona,
y tu cuerpo que nunca tendrá mis huellas digitales
dibujando constelaciones en tu espalda.
Mientras voy descubriendo
las estrellas que hay dentro de tus ojos
y me escapo a los abismos de mi interior.

Yo quería leerte entera con mis dedos.
Y te quería antes, así, cuando eras… tan desnuda, tan ilegal.





marianoq

Un hosptal peor (cuento de Mariano Quiroga)






Los hospitales son lugares donde la muerte se vive a cada momento. Donde la gente la ve de cara a cara, y no le escapan.
Se les mete en el cuerpo y los doma. Desde la ventana de mi oficina se ven los internados de terapia intensiva. Les meten tubos y los limpian. Cuando queda una cama vacía en un hospital es porque el paciente se fue o se murió. Se van unos días a dormir tapados con sus sabanas de plástico negro a la heladera. Después el camión los viene a buscar y los lleva a pasear por la cuidad. Hasta que les dan tierra y nunca más nadie se acuerda de ellos.
La última vez que entre en el salón, era un montón de camas haciendo fila con hombres desnudos y entubados. Nunca antes había visto tanta gente desnuda y depilada toda junta. Las enfermeras, vestidas de verde, como si nada, paseaban regalando caramelitos de colores a los inmóviles moribundos. Todos sabemos en el hospital, que de terapia intensiva solo se sale a ver crecer las flores desde abajo.
Ahí estaba un Juan cualquiera con el tubo mas grande que haya visto, metido en la pija. Elefante moribundo. Atado a una maquina que lo mantenía vivo. Con ese tubo grueso como una lapicera. Desnudez y muerte. Pastillitas de colores. Las enfermeras indiferentes.
Hoy en mi ventana hay una cama vacía. La señora tenía una hija hermosa y llorona que la besaba y le agarraba las manos. Velorio adelantado en el hospital. En los pasillos se amontonan los médicos con el prontuario de los enfermos. Algunos están condenados a vivir enfermos. Pero son un número, cada día los cuentan y los analizan. Acostumbrados a la muerte, ya no se sonrojan los médicos ni los pacientes.
En las autopsias, como en las panaderías se preparan los chanchos, destripan a la muerte que se metió en el cuerpo. Seccionan, destruyen, analizan. El vicerador, segmenta, hace fetas de jamón cocido con la carne. En los hospitales, las malas noticias son como el pan. El dolor es cotidiano. La muerte es como el sol. Los dializados y los crotos se juntan en la misma mesa. Y no importa si tenes plata.
Todo esto es porque la gente tiene la costumbre de morirse y desmayarse. Agarrarse alguna enfermedad. Tiene la mala costumbre de envejecer y enfermarse.
Nos educaron para no mirar el abismo. Y morirnos sin haber muerto alguna vez en una esquina, de dolor o muerte, de frió al menos. Morir, después de transcurrir 80 años, en un devenir absurdo. Absurda flor. Absurda fruta. Los médicos dan las muertes como noticias radiales. Pero no hay otra forma. La muerte esta viva rondando los muros azulejados de los hospitales.
Es un lugar donde uno puede llorar sin ser visto. Pero no importa donde ni como ni cuando, todos somos anónimos, extraños y olvidados. Y el mundo es un hospital peor.




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