"La palabra también" de Raimundo Rosales

Se presenta el libro de Raimundo Rosales, La palabra también, edición al cuidado de Matías Mauricio y prólogo del gran Horacio Ferrer.


Los invitamos a compartir un brindis y luego de la presentación, que estará a cargo de la poeta Bibi Albert, al show de tango en el que participarán Hernán Genovese, María Estela Monti con Nicolás Guerschberg y Jacqueline Sigaut con Franco Polimeni.

Como broche de oro actuará el maestro Raúl Garello quien estrenará el tango "Qué has hecho de tu vida" (Garello/Rosales) interpretado por Esteban Riera. Para esta ocasión Garello utilizará el bandoneón que perteneciera a Aníbal Troilo y que el mismo Pichuco le entregó poco antes de morir.

Editorial Milena Caserola - Colección "Mandrágora porteña"

El árbol de la muralla / Jack Fuchs x Tomas Ligpot x Eva Puente





En la 1º Semana de Documental Argentino se presentó el documental "El árbol y la muralla", de Tomas Ligpot quien con su productora Duermevela co-editaron junto a la Fundación CEP, )el asunto( y milena caserola un libro con el mismo nombre del filme, escrito por Eva Puente. Ambos realizadores cuentan lo que no se puede contar contado por Jack Fuchs, un sobreviviente de los campos de concentración nazis. 




Estos jerarcas Nazis guardan celosamente la historia entre los costurones de cirugías para cambiar sus rostros.
Eran sus rostros, me pregunto, o eran los rostros que toma­ron prestados al horror de lo más monstruoso de la esencia humana, rostros que han vuelto a las sombras, porque detrás había un mundo que no quería ver. Deliberadamente expo­nen­cia­les de la ausencia de instinto gregario que no pose­e­mos.
Ya lo ha dicho otro judío, S. Freud, no hay instinto gregario, sólo las máscaras sociales nos protegen del canibalismo natu­ral del hombre respecto al hombre.

Somos el Hombre de "CUPOL", de JORGE LUIS FERNANDEZ

SE PRESENTA ...

El Viernes 20 de abril de 2012 a las 20:00H

en La Libre, Bolívar 646.

Contaremos con la presencia del autor, del vino

y de la cocina de Poroto


PRESENTADORES: Fabián Casas, Damián “Colo” Damore
y Guillermo Ueno



Toda ciudad esconde pequeños círculos de gente que se reúne para practicar un deporte, un culto o simplemente para hablar, pasar el tiempo. Hace poco me enteré de un grupo de chicas que se juntan porque son fans de la Mujer Maravilla. Quien escribe estas líneas forma parte de un reducido grupo de seguidores de Jorge Luis Fernández. Jorgito. El hombre que escribe en inglés diez veces mejor que Borges. El difusor de Pixies y de tantas otras bandas laterales, casi invisibles. Y quien ahora acaba de drenar, después de un largo trabajo, Cupol, su novela extravagante, diferente, mística. Una novela de ciencia ficción siempre que entendamos a la ciencia ficción como algo que sucede en el pasado. Un pasado inquietante, difícil de atrapar, escrito por un maestro de la desaparición.

Fabián Casas



CUPOL es un relato que se atraviesa como un ensueño hechizante, una mezcla de realidades paralelas en donde todo está poco claro y Orquiard, el personaje principal, irá sumergiéndose, nublando la imagen de lo real para encontrar el sentido de su vida.

Se irá configurando así una historia de otros mundos, que extrañamente cruzan y delinean en el horizonte la figura de “alguien de edad indefinida y tez morena, cara inescrutable, ojos azules y fríos, mirada penetrante, que viste guayabera y un sombrero de alas anchas estilo mexicano”.

CUPOL es, además, una historia personal que invita a recorrer el pasado reciente de nuestro país de una manera absolutamente novedosa. Es un ejemplo del ejercicio de la memoria creativamente activa. Otros mundos a veces son necesarios para dar cuenta de éste y del desgarro del que, por suerte, surgen historias como las que ofrece con humildad Jorge Luis Fernández.


Sofía Balbuena (editora)

ARIEL PRAT PRESENTA SU "CUIRIOSIDAD Y AZAR"

por azar ... el martes 13 de marzo de 2012 ...

se presenta el primer libro de poemas de Ariel Prat, co-editado por )el asunto( y milena ...

la cita es en el CC Caras y Caretas ... Venezuela al 300 desde las 19 hs.


aquí adelantamos el prólogo...


La Historia Sentimental Argentina, su manual, método y desarrollo tienen en Ariel Prat a uno de sus tambores. En batalla, che, la tropa va al frente pero siguiendo a los tambores; el ritmo de los parches le marca el rumbo al resto. Ahí anda el Negro, siempre negro y felizmente bailarín resentido.

Juglar, trashumante. Ciruja, cebollita, carrito parlante por las calles del alma más alma. Sabandija, dicen en el tablón de los borrachos los barras más barras y entrañables. Resumiendo, una mezcla de negro más negro y el negro más negro, el negro por negro, a veces da blanco, blanco como el olor inolvidable de los tilos iluminados de La Plata cantando de levita negra, por supuesto, y para toda la muchachada; porque no solamente Ariel canta para toda la muchachada, también la sabe hacer bailar… ¿84, 85?, plena siomería cultural, emporio del pensamiento pulgar, apogeo de lo exótico y nuestro Ariel envenenado, de vena nomás, fue preparando el pire ¿O fue después? Más o menos, da menos.

Sushi y distintos Palermos crecían por entonces en “mi Buenos Aires queridooo”.

Prat es de Villa Soldati, bien criado en Villa Urquiza y a comienzos del milenio, nada menos, entró a ir y venir de Europa, hasta que frenó en el Teruel español de los amantes, en España; curiosa madre patria. Frenar es en este prólogo -porque esto es un prólogo, che- una manera de decir, porqué en España el Negro siguió siendo negro batiendo el parche y haciéndole el aguante a tanto trasplante. Rima.

Claro que el Negro canta, todos lo saben, y que también escribe. Claro y obvio también es que el susodicho escribe como canta y canta como escribe. Con toda la voz, con todo el sentimiento y la elegancia que le vino. Un don, sin duda. Canta con premeditación y alevosía y levanta el trapo en cualquier territorio; hablando de batallas, vanguardias y tambores. Pero esto es un libro, nada más que un libro; el primero del Negro Prat. Un libro libre y claro.

Atado a si mismo, cuidadoso en la forma, imperturbable en el fondo, rolinga de ultramar en el modo de andar viendo el dolor y relatarlo. Confiesa en el poema “Terminillo”: “En algún portal/ De Terminillo, / Rincón tan luminoso. /Cualquier casa/Es mi casa,/ Y soy tranquilo,/El pibe sabedor”. Antes y después dice más cosas para temblar o entender por un buen rato, pero hasta aquí está bien.

Muchachada de a bordo, pasen y lean. A mí, el que suscribe, leerlo de una me hizo llorar y emocionar de verso en verso, pero a mí, como al Negro, me gustan los versos; con el agravante de mi parte de quererlo tanto, al Negro, claro. Sepa usted disculparlo.


Pancho Muñoz.
Buenos Aires, catorce del uno del doce.


GORDO de SEBAKIS


ESTE JUEVES 29 A LAS 22HS EN EL PACHA, PRESENTAMOS GORDO!!!! MI NOVELA MAS HERMOSA HASTA EL MOMENTO.

FIN DE AÑO, GORDURA Y AMOR.

VENITE A FESTEJAR CONMIGO Y LOS MEJORES ARTISTAS DE ANDERGUEAR EN EL MISMO LUGAR, HACIENDO DE TU NOCHE UN ESTALLIDO DE SABOR...

ADEMAS ES HORA QUE LLEVES TU EJEMPLAR ANTES DE LA PRESENTACIÒN CARETA EN MARZO EN EL MALBA BS-AS

ESTO ES UN ENTRE AMIGOS... vamos arriba!!!

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Gordo de Sagrado Sebakis, trilogía compuesta por las novelas breves Risperidona, Sertindól y Zyprexa, propone una poética del nombre propio y, por lo tanto, de la identidad, tanto propia como ajena, una identidad que estará atravesada por la figura de autor hasta romperse, esquizofrénica, en las relaciones sociales imposibles, en el amor, en Internet, en la misma literatura. Las referencias constantes, tanto a personajes famosos como del cir-cuito literario, filtran el hilo conductor de la narración como si los otros fueran las peripecias que el héroe ─autobiográfico─ de-be superar. Como buen narrador-poeta, Sebakis tiene la habili-dad de la mezcla, no solo para ir, con vértigo, de lo íntimo al con-texto y volver, sino también en la modalidad que adopta su prosa combinada, de narrativa y ensayo. Los efectos secundarios del libro podrían suscitar males físicos. En ese caso, se nos aconseja: “Ponga refresh”.

Juan Diego Incardona


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RECTA FINAL de RICARDO BECHER



Homenajeamos a este genial creador con la presentación de su novela póstuma Recta Final, editada en conjunto por la productora Duermevela y las editoriales El asunto y Milena Caserola. También se presentará en formato DVD la película documental de Tomás Ligpot, Ricardo Becher, Recta Final. Durante la velada habrá lecturas, performances, proyecciones y una mesa con invitados especiales.

Acerca de Recta Final – la novela- Por RICARDO BECHER
Crónica absoluta, diario de mis dos años de internación geriátrica, sin trama, sin propósito ni plan definido, en Recta final no hay un ápice de ficción y mucho menos de composición, Recta final no es más que una compulsiva y desordenada búsqueda de refugio en el teclado, la obediencia ciega a un mandato secreto que me dice ¡escribí! ¡escribí! ¡no dejes de hacerlo mientras puedas, es tu última oportunidad! es el registro desnudo de las experiencias vividas y de todo lo que pasó a la vez por mi mente, sueños, recuerdos, reflexiones, emociones, poemas… una última mirada en el espejo, un autorretrato al final del camino.

Acerca de "Ricardo Becher, Recta Final"- El documental- Por Tomás Lipgot

Recta Final es la forma que encontré para agradecerle a Ricardo Becher las enseñanzas – vitales más que técnicas- que me ha transmitido.
Lo conocí en la Universidad del Cine donde lo tuve de profesor de Dirección II y III. No tardamos en hacernos amigos y tarde unos años en reconocerlo como mi maestro. Hay poca gente como él dispuesta a posibilitar el crecimiento y la apertura mental del otro. El ser humano contemporáneo parece estar abocado en la autodestrucción y la de todo lo que lo rodea.

“La muerte, Tommy, el más misterioso de todos los viajes”, me respondió con sus ojitos brillosos de alguien abierto al enigma mayor.
Cuando fui a visitarlo al geriátrico donde se encuentra- luego de un tiempo sin haberlo visto- lo encontré activo en la escritura de su novela Recta Final, trascendiendo así la decadencia humana que lo rodeaba. Cuando le comenté mi idea de hacer este documental, le dije que unos de los ejes inevitables iba a ser la muerte.

Afortunadamente, Recta Final no es una película sobre la muerte.
TRAILER
http://youtu.be/avHz0X6EtWQ

+ INFO
http://www.bn.gov.ar/actualidad/eventos.php?page&safe=932-cine-y-musica-de-autor&CurrentMonth=12%2F10%2F2011&fecha=12%2F14%2F2011&categoria&texto&fechaposteriores
http://lanavedelossuenos.blogspot.com/
http://www.elasunto.com.ar/
http://www.milenacaserola.blogspot.com/
http://www.duermevela.com.ar/

Agradecemos la difusión de esta información


Peronismo Nerd


En el bar de la Revista Orsai, se presentó, El último elemento peronista, de Alejandro Soifer ...



"Soifer, este no es tu peor texto, pero sí el más desafortunado."
Juan Terra nova, escritor y crítico.



¿Qué tienen que ver los dedos cercenados de Juan D. Perón con colectiveros desenfrenados, televangelistas nacionalistas, trabajos basura, una campaña que desde las sombras intenta desarticular el Festejo del Día de San Valentín y mucho, pero mucho Metal Pesado Argentino? Por empezar lo tienen en común a Christopher Perón, un pibe de barrio al que más le gustaría seguir con su vida insípida y sin emociones antes que verse llevado contra su voluntad a una serie de acontecimientos que se irán encadenando de modo aparentemente absurdo pero que esconden la mayor conspiración en la historia política moderna.


Concebida y escrita en tiempos de lo más crudo del conflicto entre el gobierno de Cristina Kirchner y las patronales del Campo, esta novela habla de Perón y del peronismo, de kirchnerismo y anti-kirchnerismo y post-kirchnerismo-post-peronista porque es todo eso y más. Un bocado intenso, una parodia al tiempo que una reflexión política y la primera pieza en la articulación de una nueva concepción política: el Peronismo Nerd.


Carlos Echazarreta "El payador Entrerriano"



Se presentó el broli del gran payador, Don Carlos Echazarreta, en la Asociación Entrerriana "General Urquiza" allá por el 16 de noviembre del año que se va, el 2011.

Acá, a modo de prólogo, una brevísima historia de la payada, por el historiador Roberto Selles.

El 13 de enero de 1690, el regidor y alcalde de Buenos Aires Bartolomé de Olmedo, especificaba en una prohibición pública: “que en las pulperías (despachos de bebidas) después de dada la Oración no ayga bullas de gente y en especial con guitarras ni conversaciones y más con guitarras” (Román, 1957). Acaso se trate de la más añosa alusión a la payada; esas conversaciones con guitarras no parecen ser otra cosa que payadas de contrapunto, aunque no nos atrevemos a asegurarlo.


Más claro es Concolorcorvo, que en 1773, en El lazarillo de ciegos caminantes, decía que los gauchos “se hacen de una guitarrita que aprenden a tocar muy mal y a cantar desentonadamente varias coplas que estropean y muchas que improvisan (...) y se echan unos a otros sus coplas, que más parecen puyas” (Concolorcorvo, 1946). “Muchas que improvisan”; resulta comprensible.

Eran, más o menos, los días del luego mítico Santos Vega. Decimos “luego mítico” porque está comprobado que el célebre payador fue un ser de carne y hueso. Había nacido en la bonaerense Montes Grandes (hoy, partido de General Madariaga), entre 1758 y 1765, según el Manual de navegación del Río de la Plata, de Lobo y Riudavets, editado en Madrid, en 1868 (Jaimes, 1966), y falleció en la estancia de Bernardino Sáenz Valiente, en la también bonaerense San Clemente del Tuyú; según los datos más probables, a fines de junio o principios de julio de 1828.

Uno de los cantares atribuidos a Vega principia con el mismo verso con que lo haría el Martín Fierro: “Aquí me pongo a cantar/ debajo de este membrillo,/ por ver si puedo enlazar/ las astas de aquel novillo”. Y continúa con los dos célebres versos que incluyó Rafael Obligado en su Santos Vega: “Si este novillo me mata,/ no me entierren en sagrao,/ entiérrenme en campo verde,/ donde me pise el ganao”. Pero he aquí que los investigadores probaron que ese cantar ya circulaba en España a partir del Medioevo, en romances como El conde preso, Don Gato, El mal de amor, Romance de Don Manuel y otros.

Ese origen hispano no se debe a la casualidad; el payador y la payada han sido heredados, sin duda, de la Madre Patria. Entre los más antiguos ejemplos españoles encontramos algunos correspondientes al autor de las celebérrimas Coplas, Jorge Manrique, que solía improvisar ante otros poetas.

Un ejemplo (en el castellano de aquellos días): “¿Qual es la mayor pasión,/ dolor de trueno o d’amores?”, preguntaba Pero Vélez de Guevara, y respondía Manrique: “Los males que son menores/ de amor es mi opinión/ que más y mayores son/ de los que de al son mayores;/ y el Dios de los amadores/ no da favor ni destierra/ cuando son merecedores;/ mas do la virtud se encierra,/ la gracia cobra más tierra” (Estrambasaguas, 1970).

Pero, más allá del ambiente cortesano de Manrique, entre el pueblo se improvisa contrapuntísticamente sobre ritmo de verdiales —al son de guitarra, violín de tres cuerdas y pandero— en los montes de la andaluza Málaga, y en la también andaluza Córdoba, se lo hace por fandango, con acompañamiento -tal como entre nosotros- de guitarra.


No sólo en Andalucía; en Galicia al canto de contrapunto se le denomina enchoyada; en Aragón, coplas de pique (pregunta) y contrapique (respuesta); en las Baleares, glosat, y en el País Vasco a los improvisadores se les llama bertsolaris. Pero, evidentemente, han sido los andaluces quienes lo trasladaron a la Argentina y digamos que también a Uruguay, Chile y Brasil (Río Grande do Sul). Elías Cárpena refiere que, durante las romerías españolas llevadas a cabo a orillas del Río de la Plata, solía haber contrapuntos de cantaores flamencos, y recuerda uno de ellos entre “La Maricarmen y Perico el Sevillano” (Cárpena, 1979).

Pero también la improvisación española tiene sus antecedentes. En la antigua Grecia, según el español Eduardo López Chavarri, es conocida la competencia de dos cantantes que, acompañados por la lira apolínea, desarrollan lo que ellos llaman canto amebeo, es decir, de contrapunto. Y aclara que “bien conocida es ya su riqueza musical (la de Grecia) transmitida a España por los colonos griegos que vienen a instalarse en nuestras costas, en las que dejan huella no borrada por influencias posteriores de otros pueblos que invaden la Península” (López Chavarri, 1927).

En nuestro país, la milonga es el género principal del arte payadoril, le sigue la cifra —anteriormente, única especie utilizada— y excepcionalmente, los payadores recurren al estilo, al vals o a la habanera. La décima es la principal combinación poética de los payadores, aunque suelen, a veces, usar la cuarteta, la octava o la sextina octosilábicas. Para el vals, la métrica es el alejandrino, y el endecasílabo lo es para la habanera. También, hoy en día, el payador suele hacer alarde de virtuosismo con la improvisación del soneto.

A partir de Santos Vega, y hasta la actualidad, los payadores no dejarían de aparecer. Siguieron a Vega, en el siglo XIX, Simón Méndez (combatiente en las invasiones inglesas y soldado de Belgrano), Juan Gualberto Godoy (1793-1864), José Domingo Díaz (1803-1866, al que también se le atribuye haber payado con el diablo), Pancho Luna, el centenario Máximo Herrera (1850-1953), Félix Santiago Hidalgo, Juan Antonio Carreras (mendocino, 1859-1903), Cayetano Daglio Pacheco (uruguayo, 1860-1924), Pablo José Vázquez (1864-1897, cuya tumba aún persiste en el camposanto de su barrio, Lomas de Zamora), Gabino Ezeiza (1858-1916, que fijó, se dice, el canto por milonga y dejó una considerable cantidad de discos), Nemesio Trejo (1862-1916), Maximiliano Santillán (+ 1904), Higinio Cazón (1866-1914), Luis García y Morel (1875-1963), José María Silva (+ 1913) y Juan de Nava (+1918).

Pero no sólo los hombres; también las mujeres se le han atrevido al canto improvisado. La más lejana de ellas es Victoria la Payadora, que cantó en el sitio de Montevideo (1814). Le sucedieron Juana Acevedo (chilena), Aída Reyna (discípula de Gabino), Delia Pereyra, Pepita Avellaneda (asimismo célebre cantante de tangos y discípula de Betinoti, 1874-1951), Ruperta Fernández (entrerriana, también curandera), Estela de Acosta García (esposa del célebre Luis Acosta García), Susana Velázquez, y las actuales Marta Suint, Susana Repetto, Liliana Salvat, Mariela Acevedo (uruguaya), Cecilia Astorga y Pepita Rubio (ambas chilenas).

En el siglo XX -algunos de ellos, nacidos en la décadas finales de la centuria anterior- brillaron Ángel Villoldo (el autor de El choclo y El porteñito, 1861-1919), Arturo de Nava (hijo de Juan, 1876-1932), José Betinoti (1878-1915), Federico Curlando (1878-1917), Edmundo Montagne (n. 1880), Anastasio Caggiano (1881-1955), Martín Castro (1882-1971), José Antonio Matas (n. c. 1882), Tomás Davantés (1883-1935), Generoso D’Amato (1884-1924), Ramón Vieytes (n. c. 1884), Ambrosio Río (1885-1931), Evaristo Barrios (+ 1959), Francisco Nicolás Bianco (1887-1960, rosarino y letrista de divulgados valses, como El aeroplano, Orillas del Plata o Ausencia), Silverio Manco (n. 1888), Ángel Greco (autor de Naipe marcao, 1892-1938), Víctor Galieri (1892-1954, el de Ansina es la madre mía), Juan Bautista Fulginiti (nacido en Génova, 1895-1951), Luis Acosta García (1897-1935), Cayetano Daglio “Pachequito” (hijo de Daglio Pacheco, 1898 ó 1901-1982), Natalio Carcavallo (n. c. 1898), Domingo Puleio (nacido en Italia, en 1900).

A comienzos de la segunda mitad del siglo pasado o algo después, sobresalieron nombres como los de Carlos Echazarreta, Álvaro Casquero, Aldo Crubellier, Catino Arias, Ángel Colovini, Aramis Arellano, Toto Mora, Pelegrino Torres, Víctor Gazcón, Gerardo y Waldemar Lagos. Muchos de ellos solían aparecer asiduamente en los espacios televisivos, lo cual extendió la tradición payadoril a todos los ámbitos.

En los últimos tiempos son algunos de los nombres representativos Jorge Gauna, José Curbelo, Juan Carlos “Indio” Bares, Gustavo Guichón, Juan Zenón, Juan Carlos “El Gaucho” Talas y muchos otros. Entre ellos, algunos sumamente jóvenes, como David Tokar y Juan Alberto Lalanne, lo cual nos confirma que el arte repentista sigue vigente y tiene cuerda para rato. Así sea.





Se vienen Los Artrópodos

El Comienzo ...

LAS HORMIGAS

1. Azar

Tuvo la impresión de que un insecto le surcaba el rostro. Sus dedos garabatearon un círculo como queriéndose deshacer de la cosa, cosa que lo ayudó a salir del sueño. Abrió los ojos y se desperezó levantando los brazos, dando un bostezo que cerró aquéllos por unos momentos. Luego apoyó la palma en la pared y estiró con fuerza su flexionado brazo izquierdo, provocando el envión suficiente para mecer la hamaca para­guaya sobre la que tomaba su siesta.

Miró al sol y giró inmediatamente su rostro en direc­ción a la pared para huir de su fuerte luz. Su cara entonces quedó presionada por el entramado de los hilos de la hama­ca: su nariz doblada, el ojo izquierdo cerrado, la boca seme­jante a un embutido en una red tubular.

A través de un intersticio de la trama, el perezoso y ca­sual cíclope divisó una columna de hormigas en la pared. Notó que marchaban en dos largas filas contiguas de direc­ción contraria.

Sin moverse un ápice, concentró su ojo derecho en un punto fijo de la pared, tomando como referencia los restos de un mosquito estampado antaño con una ojota. Apreció a las hormigas rojas, diminutas, aceleradas e incesantes. Alguna que otra se desviaba levemente de la fila dando un círculo o tentando una perpendicular, pero volvía a encarrilar pronta­mente. Sus antenas en ese entonces más que nunca se movían.

Algunas cargaban pequeños pedazos de hojas; otras nada, pero todas iban o venían. En unos minutos contó cien que marchaban hacia el suelo, y otras tantas que ascendían en dirección a la terraza. Especuló que debía tratarse de millares circulando por la pared exterior trasera de su rectangular casa.

El vasto fluir le trajo a la mente el curso de un río. No supo bien por qué estableció esa relación casi inmediata en­tre ambos fenómenos, pero ya no lo sorprendía, como antaño, el carácter arbitrario de las asociaciones que tanto sabían suscitar en el ingenio humano todo tipo de intrigas.

Intentó seguir con su ojo, permaneciendo en quietud el resto del cuerpo, el lugar donde se perdían hacia el piso las hormigas, pero no alcanzó a divisarlo. Practicó entonces una pronunciada torsión con el cuello y observó que al llegar al suelo se bifurcaban continuando la marcha pegadas a la pa­red, unas para un lado y otras para el otro.

Buscó luego en lo alto hasta dónde se dirigían y cayó en la cuenta de que trepaban hasta la terraza. Intentó imagi­nar qué estimulaba semejante tráfico. Se le ocurrió que tal vez un coleóptero estaría siendo asediado patas para arriba sobre la membrana o que alguna de sus plantas estaría sien­do desgarrada, de a poco pero con insistencia, por sus innu­merables mandíbulas.

Al librarse de la presión de los hilos se dejaron ver unas cuadrículas superpuestas marcadas en algunos sitios de su cara. Antes de entrar para ir al baño dejó la suela de su calzado marcada en la pared. Especialmente sobre el zig-zag que describía la fantasía de la goma, estampados quedaron los cadáveres de las hormigas aplastadas.


La Tapa ...

El Señalador ...


El Flyer ... la presentación ...

El Invitado ...

VOS ... y los bichitos ...

Sofi lino lima



rodolfoybarra.blogspot.com

Desde Argentina nos llega este texto abigarrante (o abigarrado), collage posmoderno, panfleto (en el mejor sentido de la palabra) donde los discursos flamean desde la dictadura del yo atravesando la hiel amarga de la política mal dirigida o la molicie de las libertades sexuales, cuando no la problemática finisecular o la lucha de los desposeídos contra los potentados. La poesía también toma posición y combate por los don nadies y les entrega la posibilidad de “Cómo salvar al mundo en tres pasos: 1.-matar a su oponente. 2.-matar a los que se sumaron a la lucha de su oponente porque una vez de muerto pasó a ser un mártir. 3.-matar a los que no estaban de acuerdo con los que apoyaban al dizque mártir, pero luego de ver cómo usted hizo una matanza tan sangrienta es obvio que tampoco están de acuerdo con usted.”

De esta forma la poeisis se convierte en discurso, casi en proclama o manifiesto, alejándose de las formas tradicionales (rima, verso, métrica, etc.) para exhortar al lector-militante o al lector desprevenido o casual (¿causal¡), sacudirlo de sus obligaciones, formulismos o cotidianeidades (lo que le han dicho que “tiene que hacer”) y entregarle una llave de ruedas o maestra, pero también una puerta blindada y otra realidad de cambios, de permutas, agit-prop, lucha política y lucha reivindicativa, pero al modo de los comics y de los nuevos géneros que se ensayan en los probetas de la cultura de masas.

A modo de psicodelia, Sofía Lino va dejando que los conceptos se entremezclen, que los ingredientes se catalicen de acuerdo a sus propias necesidades y nos entreguen, por ejemplo, la inversión de la máquina capitalista o el sarcasmo icónico donde una enorme ave devora a los pobres hombres convertidos en piernas-broaster o bocadillos para la bestia, como en el cuadro “Chronos devorando a sus hijos” de Goya o las imágenes de los sufrientes de Bruegel. También hay lugar para el sarcasmo cáustico, la ironía casi al límite de la exageración, lo cual en cierto sentido puede tildarse como grotesco, sobre todo para los que no alcancen a comprender el discurso; para ellos, la imagen de Príapo o el lingán gigantesco quedará expuesto no en gratitud a la fecundidad sino como “cinismo duro en imágenes sueltas”. El cinismo de las generaciones jóvenes que han comprendido que es necesario derrotar a la máquina y proclamar la libertad de los discursos como un preámbulo o vaticinio de alcanzar o democratizar las libertades humanas y alcanzar la felicidad lejos del sentido de la posesión y/o de la propiedad (“la propiedad es un robo”. Proudhon).

Lo curioso de esta Apología a los nadies es que se construye desde la iconicidad del pop vía intravenosa con el alocado Andy Warhol, el adicto Jimy Hendrix, los satánicos teletubbies, los enajenantes dibujos animados o el corte transversal de un cerebro de Leonardo, etc., etc., porque al fin y al cabo los “alguien”, los que alcanzaron los 15 minutos de fama de Warhol, también serán nadies en la rueda del samsara, en los socavones y los estamentos industriosos donde se cumple la única regla que mantiene en pie a este sistema: el hombre lobo del hombre y la proclama en papel higiénico del liberalismo: dejar hacer, dejar pasar, y que nos permiten la única libertad real a la que pueden acceder las grandes mayorías olvidadas en la aldea global profanada e incendiada de McLuhan: “un feliz tiro en la sien”.


*Apología a Don Nadie, Sofía Lino. Editorial Milena Caserola, Argentina 2011.

http://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=lVjct3ymPec


FESTA

milena caserola … tiene el honor de invitarlo a:

¡UNA FIESTA DE NOVELA!

Una partuza no bienvenida para festejar la publicación de Acordes menores para Marion Cotillard, de Gonzalo Unamuno, y El impostor, de Enzo Maqueira.

Sábado 1° de octubre en Scalabrini Ortiz 1725, 23 hs.

*ENTRADA LIBRE Y GRATUITA*

“Me gusta lo que pasa acá, eso de ir a buscar un amor de película con lógica de vodevil y relato kafkiano y de igual forma no ir atrás de eso, olvidarlo, dejarlo para otra ocasión o para otra novela. En "Acordes..." el protagonista toca el bajo, y yo veo a la novela más como si fuera un bandoneón: se estira, arma lentamente, escena a escena, la música de un viaje demencial, y al final se arruga de golpe, herida pero feliz”. Félix Bruzzone


“El arte de la novela encuentra en Enzo Maqueira una expresión prolija y sensual, a veces asordinada, a veces disruptiva pero nunca estridente y siempre cautivante.” Juan Terranova


HOMO SOCIOLOGICUS


Enrique del Acebo Ibáñez: HOMO SOCIOLOGICUS. Mundo Sociocultural, Organizaciones y Mundo del Sujeto (Una propedéutica a su conocimiento), Buenos Aires, Milena Caserola, 2010, 591 páginas.


Homo Sociologicus es, en varios sentidos, un libro peculiar, fuera de lo común.


En primer término, es una obra que reúne, revisa e integra buena parte del trabajo intelectual llevado a cabo por Enrique del Acebo Ibáñez en los últimos años y que fue originariamente plasmado de manera muy parcial en ponencias, clases, seminarios y papers científicos que vieron la luz en la Argentina o en el extranjero. Es decir, se trata de contenidos pensados y repensados en diferentes contextos; sometidos a la crítica de la comunidad científica nacional y foránea y reflexionados y revisados por su propio autor. No es una obra escrita de un tirón, ni que pretende el tratamiento meramente de temas en boga, ni un disparo que busca un blanco en medio de la noche. Es una obra que ha debido pasar por un proceso de maduración, llevado a cabo con paciencia por un autor de rigurosa formación, tanto en lo metodológico como en lo sustancial de las cuestiones que aborda, que no resbala en la superficie de los temas sino que procura – con éxito la mayor parte de las veces – ir más allá de los gastados recorridos de la obviedad.

En segundo lugar, y como anticipa del Acebo en el prefacio, “es un libro con vocación de ensayo, por más que numerosas taxonomías incluidas le dan cierta impronta manualística”. En efecto, el método con que se han ordenado y sistematizado los temas, la inclusión de clasificaciones y conceptuaciones de los diferentes tópicos tratados, más la confesa intención propedéutica del texto, ya patente en el subtítulo de la obra, podrían aliarse para que quien se encuentra con este libro tienda a pensar que se halla simplemente frente a un manual. Se trataría de una impresión errada y por muchas razones lamentable. Como ya dijimos, el texto va más allá de lo obvio. El autor arriesga, propone y ensaya (en ocasiones con cálculo, la mayor parte de las veces con poderosas intuiciones intelectuales, forjadas al abrigo de una formación inusualmente vasta) itinerarios que le habilitan a salirse de las seguras autopistas del discurrir consuetudinario, y le permiten transitar senderos novedosos, que aportan originales perspectivas, desde las que se avizoran renovados horizontes. Destacan y confirman este rasgo de la obra, las diecisiete digresiones que atraviesan el corpus del libro. Estos textos breves recogen observaciones y reflexiones del autor sobre los más variados fenómenos socioculturales, considerados no pocas veces con un lenguaje literario, y echando mano, como asume el propio del Acebo, a “una suerte de poética psico-socio-cultural”. Aunque el autor las denomina digresiones que, por definición, importan una ruptura con el hilo del discurso, en este caso y yendo estrictamente al fondo de las cosas, las digresiones no son tales. En efecto, estos textos, lejos de convertirse en excursus, proponen una reelaboración de los desarrollos y explicaciones que los preceden, echando mano a la analogía y a la síntesis, de allí su esencial aproximación a la poética.

Respecto al contenido general de la obra, la misma se divide en un breve prefacio, y seis capítulos, a saber: I. El Mundo Socio-cultural y el Mundo del Sujeto; II. La interacción humana; III. La Organización como ámbito sociopolítico: interacción, socialización y conflicto; V. Métodos y técnicas de investigación social y de análisis e intervención organizacionales; V.- Perspectivas sociológicas para el análisis de la realidad sociocultural; VI. Algunas (in) Conclusiones.

El eje del desarrollo principal es el estudio del Mundo Socio-cultural y el Mundo del Sujeto con sus innumerables interrelaciones y conformaciones recíprocas. Tamaña tarea es abordada asumiendo desde el inicio la complejidad y pluridimensionalidad de los fenómenos y procesos involucrados que reclaman – y en esta obra encuentran – un adecuado tratamiento interdisciplinar, en el que, con delicado equilibrio y complementariedad, danzan la Sociología, la Psicología, la Antropología, la Filosofía, la Historia y hasta el Management.

Tiene una particular relevancia en la articulación del libro, el lugar que se le reconoce a las Organizaciones, en tanto teatro de los actores sociales, individuales y grupales, y su función como punto de encuentro entre estos últimos y los múltiples relatos que generan la conformación y reproducción (de ida y vuelta) de los Mundos Socio-cultural y del Sujeto. Asimismo, la obra se propone explicar y, al mismo tiempo, conferir herramientas para un análisis de la Sociedad y la Cultura, de modo que el lector se encuentre en condiciones de echar luz y distinguir – en la medida en que son distinguibles – la realidad propia de la subjetividad y la del mundo socio-cultural, en el marco que las organizaciones ofrecen para ello. Nos parece especialmente útil y original la segunda parte del capítulo IV., dedicado al análisis e intervención organizacionales.

Es destacable que, a lo largo de la obra, el autor logra sostener y justificar con acierto sus posturas, y mantener delicados equilibrios que – junto al enfoque interdisciplinar - le inmunizan de visiones unidimensionales, tanto de índole subjetivistas como estructuralistas. Incluso, y en la misma inteligencia de lo recién afirmado, es valorable el aporte realizado en el capítulo V. al abordar de modo sintético, pero con suficiente extensión en el contexto general de la obra, las perspectivas sociológicas fundamentales (a nivel, macro, micro y de articulación entre ambos o mixtas). Este tramo puede ser de particular utilidad para el lector profano en cuestiones sociológicas, de manera de iniciarse en una aproximación coral acerca de las visiones y concepciones que la rica tradición de la Sociología ofrece, desde los precursores hasta la contemporaneidad.

La obra finaliza con algunas (in)conclusiones, como las denomina el propio autor, donde aparecen ingentes reflexiones que más que cerrar el debate persiguen, deliberadamente, recrearlo y profundizarlo.

En suma, Homo Sociologicus, es un libro que posee profundidad conceptual confiriendo adecuados marcos teóricos a sus desarrollos; que hace gala de erudición, pero administrada en prudentes dosis; elaborado con orden y sistema, pero abierto a la creatividad -tanto en la forma como en el fondo – que el autor se permite y que le permite al lector; con utilidad instrumental, sin transformarse en una guía de bricolage profesional. Al propio tiempo, el libro puede admitir distintos usos: puede ser utilizado como texto de clases universitarias de grado o postgrado, si es empleado con la imaginación sociológica necesaria; pero también puede ser leído como un ensayo esclarecedor y sugestivo.

Como dijéramos en la primera línea, estamos frente a una obra fuera de lo común: por los riesgos que del Acebo Ibáñez asumió y de los cuales logró salir airoso; por el rigor y madurez de su teorización; por la apelación a la praxis en sus digresiones y mediante la exposición de valiosas herramientas analíticas; por su buen decir; y por el convite permanente al lector a embarcarse en una lectura lúdica de la obra, logrando, todo sumado, que quien incursione en ella se sorprenda pasando las páginas sin fatiga, seducido por la aventura del conocimiento y de la experiencia, que – pericia del autor mediante- se hacen, a cada paso y con naturalidad, reflexión propia del lector.

Fernando Álvarez Álvarez (UBA)

No hay verguenza que Milena presenta este asunto


El libro de Mikel Aboitiz "Contar hasta diez mintiendo", coeditado por No Hay Verguenza Ediciones - )el asunto( y milena caserola, aquí un anticipo.

Luz azul

1.

LYUDMILA Había hecho lenguado a la normanda con papas. Cuando lo sacó del horno, se dio cuenta de que había encogido mucho y que no alcanzaría para todos. Sin decidirlo conscientemente, servía el pescado en dos platos y las papas en los otros tres. Los repartía esperando que nadie se diera cuenta. Los platos de pescado se los servía a Dmitri y a Stèpan. Estaban cenando y todos miraban para abajo, menos Dmitri y Stèpan que se miraban a los ojos mientras se sacaban espinas de la boca. Sus cabezas se iban agrandando y agrandando. Miraban un documental en la televisión sobre un grupo de delfines. Uno de ellos se había extraviado del grupo y en un momento, ella se giró para decirle algo a Dmitri y se dio cuenta de que ya no estaba. Los demás tampoco estaban. En la televisión se veía una imagen fija de una familia comiendo. La televisión ya no estaba. Ella estaba nadando, era un delfín, pero su cuerpo era un cuerpo humano normal, desnudo. El agua estaba muy fría y la hacía temblar. El sentimiento de perdición y desarraigo era inmenso. Cuando despertó, Dmitri ya no estaba en la cama. Por unos segundos el miedo se prolongó a la vigilia, como si se hubiera extraviado de verdad y para siempre. Lo encontró de pie contra la ventana, mirando hacia fuera, pensativo. La ventana estaba abierta y entraba una brisa fría y el sonido del río.

LA NIÑA

Era un día de verano en la playa. Tenía las manos todas llenas de arrugas por el agua. Entraba y salía del mar con una amiga del cole, jugaban en la arena o saltaban de palito desde un muelle. Cuando salían del agua sentían el sol que las quemaba con fuerza y volvían corriendo, salpicándose entre sí y riendo. Jugaban a hacer la plancha, viendo quién aguantaba más tiempo sin hundirse. Después ya no se hundían, se quedaban haciendo la plancha por un montón de tiempo. Su compañera ya no estaba, estaba ella sola que flotaba cada vez más lejos de la orilla, pero no se asustaba. Levantando un poco la cabeza, veía cómo las dunas de arena y el muelle eran cada vez más chiquitos, hasta que ya no se veían, y ella flotaba con felicidad hacia la parte profunda. Se puso boca abajo, animándose a abrir los ojos adentro del agua. En el fondo del mar, se sucedían historias de peces que hablaban y sonreían, de caballitos de mar con montura y riendas, que eran montados por otros animales que también hablaban, sonreían y reían. Todos hablaban cantando. La canción simple y alegre le venía a los oídos desde todas las direcciones. Lo que veía en el ambiente azul era como un dibujito animado. Empezaron a aparecer sirenas que vivían en castillos de oro y arena. Después aparecieron los castillos. Mirando a las sirenas, era obvio quién era quién. Ahí estaba el príncipe, allá el rey y la reina, más lejos los súbditos, igualmente sonrientes. Miró a la princesa un rato, y después ella misma era la princesa, que nadaba y sonreía y hablaba cantando con el resto. Un pelo rubio y grande flotaba y se movía al ritmo de las corrientes marinas. Diferentes cosas pasaban una después de la otra, en diferentes lugares del palacio y del reino, con diferentes tipos de peces sonrientes y divertidos. Casi siempre estaban en el fondo del mar, donde estaban el palacio, los jardines, los campos. También había ríos, con orillas llenas de árboles. Unas filas de monos sonrientes, como de peluche, cruzaban saltando en dos patas, con las manos bien alto. Durante la noche se despertó dos o tres veces, muy sorprendida por el sueño. Nunca había soñado con tanta claridad, con tanta alegría, con tanta fantasía. Cuando se volvía a quedar dormida podía continuar el sinfín de historias subacuáticas. Pero después ya estaba el sol en la ventana llenando la pieza, mientras su mamá la despertaba con cariño, acariciándole el pelo. No se acordaba de que era sábado y pensaba que tenía que ir a clase. Llena de amargura, se sentó en la cama y miró su pieza y a su madre con una lástima enorme y cero ganas de vestirse y tomar el desayuno.